viernes, 14 de septiembre de 2012

Petra


Petra en griego significa piedra. No es muy difícil deducir que Petra es la ciudad de piedra, digamos que nunca fui un genio. Y no en vano se llama así esta antigua capital del reino de los nabateos. Es una ciudad que esta excavada y esculpida en la piedra misma. Tampoco es difícil maravillarse. Primero porque uno se pregunta cómo carajo lo hicieron y por otro lado uno ingresa por pasadizos en rocas de diversos colores que lo hacen a uno sentirse en una aventura.  Cuando digo que todo acá es de piedra, es todo. Los canales de riego, las casas, las iglesias, el anfiteatro, los dioses, las estatuas, las personas.  Siempre escuché a mis amigos repetirme que soy de madera cada vez que juego al fútbol hasta el punto de estigmatizarme. Les puedo decir que encontré mi lugar en el mundo. Sé que no estoy hecho para el futbol argentino pero en el fútbol de Petras soy un crack. En los picaditos a los jugadores los paso como estatuas y la gente acá comenta sobre mis habilidades y murmullan por lo bajo si seré tan bueno porque soy de madera. No pasó mucho tiempo para que el técnico del seleccionado considerara mis habilidades y me nacionalizaran. Recuerdo charlas tardes enteras con mis amigos soñando con la posibilidad de irnos a un país poco adaptado al fútbol para nacionalizarnos y poder jugar en la selección. Chipre y Malasia encabezaban la lista. ¿Quién puede saber jugar al fútbol en Chipre? Parecía que en Petra había encontrado ese lugar. Pero todo no fue tan simple. Mis compañeros no me la hicieron fácil. La discriminación está presente en Petra también, y ser de Madera fue algo que no me dejaron pasar. Madera se había extendido como un término despectivo. ¡No seas Madera! se decían entre ellos cuando querían señalar algo que no habían pensado de modo correcto. O ¡Madera de mierda!, escuchaba que se gritaban en una pelea cuando la intención era herir al otro. Mi angustia empezó a crecer y mi rendimiento bajó.  El entrenador se preocupó y vino a hablar conmigo varias veces, pero nunca le dije lo ocurrido. En una cena con el equipo de fútbol el entrenador escuchó a mis compañeros decir ¡Madera de mierda! y comprendió el origen de mi depresión. Se paró enfurecido en frente del equipo y les mostró a todos sus miserias. Me miraron avergonzados después de que se los pusiera en evidencia. Había empezado por un poco de celos y se había vuelto algo ridículo. No me pidieron disculpas pero me integraron que fue algo más reconfortante. Ahora que los conozco les puedo decir que son personas de fierro. Y lo digo por lo bajo, todavía no se llevan bien con los metales.

1 comentario:

  1. "recuerdo charlas tardes enteras con mis amigos soñando con la posibilidad de irnos a un país poco adaptado al fútbol para nacionalizarnos y poder jugar en la selección. Chipre y Malasia encabezaban la lista. ¿Quién puede saber jugar al fútbol en Chipre?" jajaja gran pasaje gran.

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